viernes, 21 de junio de 2013

Extraño objeto disco de SABU

Extraño objeto de piedra

Un extraño objeto de piedra exhibido en el Museo Egipcio de El Cairo plantea dudas acerca de su manufactura y razón de ser.

En la primera planta del Museo Egipcio de El Cairo y entre dos salas muy próximas a la Sala de las Momias, uno no puede por menos que pararse sorprendido al ver en una pequeña vitrina, aunque no sin cierta dificultad por los reflejos de la luz sobre el cristal que lo cubre, un objeto solitario parecido a una rueda o disco de piedra.




El polémico disco de exquisita procedencia de una tumba de la I Dinastía.

Este extraño objeto al que nos referimos ha desconcertado y sigue desconcertando a todos los egiptólogos que han tenido ocasión de estudiarlo detenidamente. El primero de ellos fue su descubridor, Brian Walter Emery, uno de los egiptólogos más importantes del Siglo XX, autor de un clásico de la egiptología, Egipto Arcaico, 1961, que sigue constituyendo, después de muchos años, un claro referente bibliográfico para el estudio y comprensión de los orígenes de la Antigua Civilización Egipcia.

Realizando unas excavaciones en el año 1936, en la zona arqueológica de Sakkara, fue descubierta la Tumba del Príncipe Sabu (nº 3111), hijo del faraón Adjuib, gobernante de la I Dinastía (3.000 a. C.). Entre los utensilios del ajuar funerario que fueron extraídos, a B. Walter Emery le llamó poderosamente la atención un objeto que definió inicialmente en su informe Las Grandes Tumbas de la I Dinastía como: “...un recipiente con forma de tazón de esquisto...”. Años más tarde, en su obra citada con anterioridad, Egipto Arcaico, hacía un comentario que viene a resumir perfectamente la realidad y situación de este incómodo "cachivache": "... no se ha conseguido ninguna explicación satisfactoria sobre el curioso diseño de este objeto...".



Detalles técnicos curiosos que pasan desapercibidos a primera vista, como lo son estas pequeñas estrías, hacen más peculiar a este curios objeto.

Este objeto al que se refería B. Walter Emery en sus informes, tiene 61 centímetros de diámetro, y 10,6 centímetros de altura en la zona central. Está fabricado en esquisto, una roca muy quebradiza y frágil, que requiere un tallado muy laborioso. Su forma se asemeja a la de un plato o volante de coche cóncavo, con una especie de tres cortes o palas curvas que recuerdan a la hélice de un barco, y en el centro de ésta, un orificio con un reborde que sobresale como si fuera el receptor de algún eje de una rueda o de algún otro mecanismo desconocido, dispuesto para girar.

Como bien es sabido por todos, la postura que mantiene la egiptología oficial respecto a la aparición y uso de la rueda por parte de los antiguos egipcios, es muy clara y no deja lugar a ninguna duda. Su introducción en Egipto, nos aseguran, fue debida a la invasión de los hicsos al final del Imperio Medio, 1640 a. C., que la utilizaron, entre otras cosas, en sus carros de guerra, y que era conocida también en ese momento por otros muchos pueblos de Oriente Medio. La pregunta entonces es inevitable: si no es una rueda, ¿qué es el extraño objeto que apareció en la Tumba de un príncipe de la I Dinastía, 1.400 años antes de la invasión de los hicsos?

A pesar de la complejidad de este problema, el tema se agudiza aún más a raíz de los estudios técnicos que diferentes investigadores han llevado a cabo, impulsados por el sorprendente y extraño diseño de este artilugio.

El también egiptólogo Cyril Aldred llegó a la conclusión de que, independientemente de lo que fuese aquel objeto, su diseño se correspondía, sin duda, a una reproducción de un objeto metálico anterior mucho más antiguo. De hecho, esta rueda de esquisto apareció en la Tumba del Príncipe Sabu, junto con otros extraños objetos de cobre, prácticamente el único metal que conocían los egipcios en aquella época. La duda nos asalta al pensar cómo pudieron diseñar un objeto tan delicado y tan complejo estructuralmente, hace más de 5.000 años. Una estructura que en el caso de sus tres extraños cortes o palas curvas, nos induce a pensar casi inmediatamente en la utilización de este objeto en un medio líquido. Este detalle, junto al orificio sobresaliente en la parte central, nos hace sospechar también que este objeto sólo sea una pequeña parte de algún mecanismo más complejo, y que se salvó gracias a una reproducción en piedra que por alguna desconocida razón, realizó un artista, con unas no menos desconocidas herramientas.

Pero..., ¿qué mecanismos existían hace 5.000 años en el Valle del Nilo?



La disposición de su diseño indica claramente que algún tipo de eje atravesaba este enigmático objeto por el orificio situado en su zona central.

Dentro de la típica política de los arqueólogos y egiptólogos oficialistas, este objeto no es más que una bandeja o el pedestal de algún candelabro, con un diseño producto de la "siempre recurrida casualidad". Aunque también es casualidad, que este curioso objeto coincida con el diseño de una de las piezas que la Compañía Lokheed de Misiles y del Espacio desarrolló para ser encajada herméticamente dentro de un cárter lleno de lubricante. Sea lo que sea, este objeto encontrado en una tumba de Sakkara, con una edad que como mínimo alcanza los 5.000 años, sigue constituyendo uno de los misterios mejor guardados entre las paredes del viejo Museo de El Cairo.


En julio de 2011, ya no se encuentra expuesto en el Museo del Cairo, como tampoco el pájaro de SAKKARA, ni la Estela del INVENTARIO.
Nos llevamos una gran desilusión. En fin las revoluciones son las mejores excusas para hacer desaparecer ciertos objetos que comprometen sus explicaciones.


Un mapa a destiempo PIRI REIS







En el año 1929, durante la renovación del museo del palacio Topkapi Sarayi de Estambul, el director de los museos nacionales turcos, el Sr. Halil Edem encontró el mapa famoso de piel de gacela de Piri Reis, pintado en el año 1513. Este mapa representa el Océano Atlántico con una parte de las costas americanas, africanas y del Antártico.

Algunas notas que escribió Piri Reis en su mapa fueron:

- "Actualmente nadie tiene semejante mapa".

- "Estos mapas se levantaron según los datos de cartas, de portulanos de cuatro portugueses que enseñan el Sind, el Hind y China y de un mapa dibujado por Cristóbal Colón”.

- ”Son tan exactos, para navegar sobre los siete mares, como los mapas de nuestros países".

Dice que compiló su mapa a partir de veinte otros procedentes de la Gran Biblioteca de Alejandría y fechados por lo menos del siglo IV antes de Jesucristo.



Mapa de Piri Reis.

A primera vista este mapa puede parecer inexacto, si uno está acostumbrado a los mapas Mercator, pero no, si conoce las proyecciones estereográficas polares (mas precisamente es una proyección cordiforme).

El mapa de Piri Reis fue estudiado por muchos investigadores de renombre:

- El ingeniero americano A. Mallery.

- M. Walters de la sección de hidrografía de la U.S. Navy.

- El profesor D. Lineham, director del observatorio de Weston y jefe de los servicios de sismología del año geofísico.

- El profesor C.H. Hapgood del Keene College, New Hampshire, EE.UU., autor de la teoría sobre el corrimiento de la corteza terrestre.

- El profesor R. Strachan, del Massachusetts Institute of Technology.

- El Teniente-Coronel H.Z. Ohlmeyer, Comandante del 8° escuadrón de reconocimiento técnico de la US Air Force.

A partir de estas investigaciones se ha sacado la conclusión que este mapa es imposible, y por motivos numerosos, si se tienen en cuenta los conocimientos de su época, fuera de su tiempo:

- La isla de Marajo en la desembocadura del río Amazonas sólo fue descubierta en el año 1543.

- Las islas Malvinas fueron descubiertas en el año 1592.

- Los Andes están representados, a pesar de que todavía no se les conoce.

- La llama, mamífero típico de América del Sur, está pintado sobre los Andes, y fue en 1598 cuando los españoles lo identificaron.

- Las grandes islas por encima del ecuador, desconocidas, corresponden a las altiplanicies submarinas de los islotes San Pedro y San Pablo, sobre la Gran Dorsal Atlántica (cuya existencia nadie sospechaba).

- En él se ven las costas del Antártico que se descubrirá sólo en 1818, es decir 300 años más tarde.

- América del Sur está unida con el Antártico por un istmo que desapareció hace 10 000 años.

- Por fin, el elemento más sorprendente, el que más plantea problemas: las orillas del Antártico que se pueden ver son las de la Tierra de la Reina Maud sin ningún hielo. Este trazado fue confirmado en 1949 con los apuntes sísmicos de una expedición anglosueca.



Contorno de las costas de África occidental, América Central y la del Sur unida a la Antártica.

Aún si quedan algunos científicos para seguir pretendiendo que el casquete entero data de varios millones de años, otros aceptan la posibilidad que esta parte del Antártico pudiera emerger de los hielos durante aproximadamente 9 000 años, hace por lo menos más de 6 000 años.

Existen otros mapas imposibles:

- Los de Ptolemée, del siglo II y encontrados en el siglo XV, muestran Groenlandia cubierta parcialmente por el hielo y glaciares en Suecia tal como estaban 10 000 años atrás.

- En China el mapa del año 1137, grabado en un pilar, según un trazado que necesita recurrir a la trigonometría esférica.

- Varios portulanos, especialmente el de Dulcert (1339), sobre el mar Mediterráneo y Europa desde Irlanda hasta Rusia, con una precisión de nuestro tiempo. En él las latitudes son perfectamente exactas y el error máximo de las longitudes no llega al semigrado.

- El de Ibn Ben Zara (1487) representa Europa del Norte con su glaciar tal como estaba 12 000 años atrás y el Mediterráneo con el nivel que tenía durante el último período glaciar. Aquí también la precisión de las longitudes es asombrosa.

- El del portugués De Carneiro (1502) representa todas las costas de África con un trazado que necesita recurrir a la trigonometría esférica…

- El de Andrea Benincasa (1508) sobre el mar Báltico con glaciares desaparecidos desde hace 10 000 años.

- El de Jorge Reinel (1510) que enseña el Océano Índico con una precisión de longitudes admirable.

- El de Oronteus Finoeus (1531) describe el Antártico con una precisión muy grande y libre de gran parte de su casquete glaciar, o sea tal como estaba hace por lo menos 6 000 años. Además de las costas libres de hielo, los ríos, las cordilleras interiores (descubiertas bastante recientemente), indica también el polo sur.



Mapa Oronteus Finoeus.

- El de Zeno (1380 copiado en 1558) indica Groenlandia sin hielos, con sus sierras e islas desconocidas en la fecha.


    

Mapa de Zeno.

- El de otro turco, Hadji Ahmed (1559), representa América con una precisión que sólo se conseguirá dos siglos más tarde; enseña también una tierra entre Siberia y Alaska, donde se encuentra el Estrecho de Behring, istmo que desapareció hace unos 10 000 años.

- El mismo Mercator, en su Atlas de 1569, enseña el Antártico con datos más precisos todavía que los de Oronte Fine. Un detalle curioso: su descripción del Antártico es más precisa que la que hizo de América del sur y África del sur, elaborada sin embargo a partir de informes sacados de sus contemporáneos y considerada como más fiable.


Figuras de ACAMBARÓ

En 1923, Waldemar Julsrud, comerciante de origen alemán, y el padre Fray José María Martínez descubrieron el emplazamiento arqueológico de Chupicuaro, de la época preclásica, que contenía vasos, tazones y figuritas de la cultura india más antigua conocida, llamada con el nombre del sitio, de una antigüedad de hasta 1 000 años antes de J.C. (anterior a los indios Tarascos, la cultura india más antigua conocida en aquella época).


Este descubrimiento "clásico" no suscitó ninguna polémica en cuanto a su paternidad disputada por un coleccionista rival.


Unos años más tarde, en julio de 1944, Waldemar Julsrud, de 69 años de edad hizo un descubrimiento clamoroso en Acambaro, pequeña ciudad mejicana situada a menos de 300 kms al noroeste de Méjico, en la provincia de Guanajuato.

Mientras se paseaba a caballo a lo largo de una zanja cerca de la colina del toro, con uno de sus empleados, un granjero llamado Odilon Tinajero, su atención fue atraída por un trozo de cerámica que salía del suelo. Era una figurita de terracota de un estilo que desconocía.

Mandó a su empleado cavar y llevarle todas las piezas similares que podría encontrar. Unos días más tarde, Tinajero se presentó con una carretilla llena de estos artefactos. Julsrud se quedó estupefacto por el estilo y la diversidad de las figuritas. Hizo un trato con su empleado: él le pagaría 1 peso por cada figurina entera y nada por las estropeadas que, sin embargo tendría que entregarle (y que conservó).


Su objetivo era evitar que su granjero las fabricara (de todos modos no hubiera tenido suficiente tiempo ni maña y el precio pagado era demasiado bajo) e incitarle a excavar con mucha precaución.

Las figuritas fueron descubiertas por grupos de entre 20 y 40 en el interior de pozos a una profundidad variable de 1 m 20 hasta 1 m 80.




No eran pozos funerarios, puesto que sólo se encontraron 6 calaveras durante las excavaciones. Según la hipótesis del Sr. Julsrud, parece que habían sido sepultadas de prisa para evitar su saqueo por los primeros colonos españoles.


Más de 33 500 objetos de cerámica (en mayoría), piedra, jade y obsidiana fueron encontrados. Todos son únicos, ninguno ha sido duplicado. Su tamaño varía desde unos centímetros hasta menos de un metro. Varios tipos de arcillas fueron utilizados (su examen daría una indicación valiosa de su procedencia), y todos fueron fabricados por el método del "fuego abierto" (entonces la fabricación de objetos falsificados no habría sido inadvertida por el humo y las grandes cantidades de leña - rara y cara en esta región - necesarias.)



A pesar de su gran diversidad, se pueden clasificar, según su estilo, por centenares incluso por millares, como procedentes de culturas diferentes.
Igual que el Dr Cabrera (fallecido en diciembre del 2001), conservador de las Piedras de Ica, el Sr. Julsrud nunca hizo negocio con su descubrimiento. Su objetivo era científico y su deseo de proteger un patrimonio, que estimaban único para la humanidad, nunca falló.

Siempre con mucho gusto enseñaron las piezas a los que lo deseaban y no dejaron de luchar para que los científicos se interesaran a su descubrimiento y acudieran a examinarlo... En vano... ¿Por qué?
Una de las principales razones (véase historial y argumentación) del rechazo de este descubrimiento reside en las representaciones de esas figuritas.



Representan, entre otros, dinosaurios, animales desconocidos, reptiles, algunos con características aviarias; ciertas parecen indicar una forma de domesticación de pequeños reptiles y dinosaurios, grandes monos, otras muestran claramente actos de zoofilia con reptiles, por fin, muchas representan divinidades desconocidas, vida cotidiana y objetos usuales (pipas, instrumentos de música, etc...)  (Véanse algunos ejemplos de estas figuritas)
¿Hombres junto con dinosaurios? ¡Todo el mundo sabe que resulta imposible!

Un hombre, hereje desde luego, se interesó por este descubrimiento: Charles Hapgood, profesor de historia y antropología en la Universidad de New Hampshire (véanse sus trabajos sobre los mapas antiguos). Se desplazó para investigar, encontrar e interrogar a los protagonistas del asunto. De su viaje, trajo algunas pruebas para analizarlas según los métodos más modernos y recientes de la época (a finales de los años 60).
Las medidas (con carbono 14) sacadas en 1968 por el Laboratorio de Isótopos Inc. de New Jersey se escalonan desde ¡1 110 antes de J.C. hasta 4 530 años antes de J.C.!



En 1972, los fechados por termo luminiscencia hechos por la Universidad de Pensilvania sobre 2 figuritas fueron de ¡ 2 500 años antes de J.C. !

Algún día los detractores de Glozel (1924) y de Acambaro (1944) tendrán que explicarnos cómo es posible fabricar objetos falsificados que, más tarde, serán sometidos a pruebas científicas rigurosas de fechado (termo luminiscencia y carbono 14) ¡desconocidas en la época de su descubrimiento!



Disco de PHAISTOS o FESTOS

Disco de Phaistos o Festos


El disco de Festo (o disco de Phaistos) es un curioso hallazgo arqueológico de finales de la edad de Bronce. Fue descubierto el 15 de julio de 1908 por el arqueólogo italiano Luigi Pernier en la excavación de un palacio minoico en Festos (Phaistos), cerca de Hagia Triada, en el sur de Creta.

El propósito de uso y el lugar en el que se construyó aún no han sido determinados, lo que ha convertido a este objeto en uno de los más famosos misterios de la arqueología. Actualmente se encuentra en el museo de Heraklion en Creta (Grecia).



Su exclusividad, constituye todo un enigma para los más destacados exegetas en el campo de la lingüística y de la arqueología, donde no han faltado quienes se han aventurado a señalar que, tal vez, estemos frente a un vestigio de alguna civilización totalmente desconocida, y con una evolución en su escritura que la situaría por fuerza, en tiempos remotos.

Como era de suponer, cualquier referencia a -La Atlántida- ha sido desechada desde un principio, a pesar de admitirse la total ausencia de pistas que pudiesen descifrar su origen.
La inscripción ha sido realizada mediante presión de "sellos" jeroglíficos preformados sobre la arcilla blanda, en una secuencia espiralada hacia el centro del disco.
Este fue luego cocido a alta temperatura. Algunos arqueólogos suponen que la escritura del disco de Festos es minoica, pero no se trata ni del lineal A ni del lineal B.
Aproximadamente 10 signos del disco son similares a signos de la escritura lineal. Por esa razón, otros especialistas le atribuyen un origen no cretense. 

Por ejemplo, según la "teoría proto-iónica", el disco sería la obra de un pueblo cicládico.

Yves Duhoux (1977) lo data entre 1850 y 1650 a. C., basándose en el informe de Pernier que indica que el disco fue hallado en un contexto Minoico Medio inalterado. Jeppesen (1963) lo ubica con posterioridad a 1400 a. C., basándose en una traducción errónea del informe de Pernier. 
Dudando de la viabilidad del informe de Pernier, Louis Godart (1990) se limita a admitir que arqueológicamente el disco puede datarse a cualquier momento de las épocas minoicas media y tardía. J. Best (en Achterberg et al. 2004) sugiere una fecha en la primera midad del siglo XIV a. C., fundamentándola en su datación de la tablilla PH1 hallada junto con el disco.

El doctor Jerome M. Eisenberg, editor jefe del Minerva, The International Review of Ancient Art & Archaeology, publicó un artículo afirmando con rotundidad que el disco es un fraude. Según Eisenberg, el disco fue obra de su supuesto descubridor, Luigi Pernier.
Hay 61 "palabras", 31 en el lado A y 30 en el lado B, numeradas A1 a A31 y B1 a B30, respectivamente, de afuera hacia adentro.

La siguiente transcripción es una lectura siguiendo ese orden (con los signos "cabeza emplumada" al comienzo de las "palabras" y los signos de tachadura al final). La palabra más corta tiene dos símbolos, y la más larga siete. Las marcas o tachaduras se transcriben aquí como barras diagonales (/).

La transcripción comienza en la línea vertical de cinco puntos, circulando una vez por el borde del disco en el sentido de las agujas del reloj (13 "palabras" en A, 12 en B) antes de continuar en espiral hacia el centro (18 palabras más en cada lado). El signo final de una palabra en A8 está borrado; Godart hace notar que podría parecerse a los signos 3 o 20. Evans consideró el lado A como el frente, pero desde entonces nuevos argumentos técnicos hacen inclinarse a pensar que el lado frontal es el B.

Hay que mencionar que el sentido de lectura es uno de los clásicos temas de discusión entre los especialistas. La lectura de exterior a interior mencionada en el párrafo anterior no es la más aceptada ni mucho menos.

Los signos de la transcripción que se muestra más abajo aparecen orientados de izquierda a derecha (o de derecha a izquierda, si se comienza la lectura por el centro de la espiral en lugar de su borde exterior), y el lector puede leerlos siguiendo las faces de las figuras humanas y animales (tal como se leen los jeroglíficos egipcios o anatolios).

Otras informaciones

En este trabajo se expone su interpretación del significado de los motivos del Disco de Phaistos, desde la visión de la Arqueoastronomía Global: ciencia que estudia tanto las obras de arte desde el Paleolítico, como los mitos y los nombres de constelaciones y los rituales celebrados por diversos pueblos históricos. Y que fueron heredados desde la Prehistoria. Y todos como reflejos del saber astronómico de sus autoras.

En el disco se puede leer un himno con el que pedirían a la Madre Naturaleza que enviara los fenómenos atmosféricos cíclicos benéficos, coincidentes con la situación estelar reflejada. Justo la de un atardecer cuando se iba al ocaso la constelación Capricornio y se producía el otro de la estrella Sirio. Con ellas esperaban que hubiera abundancia de alimentos vegetales y otras gracias.

Otras consideraciones

Es notorio señalar que desde el punto de vista de la propia investigación en si misma es mucho mas fácil optar por el camino de la interpretación simbólica, ya que esta vía es estrictamente interpretativa, muy subjetiva, por lo que resulta muy difícil negar a priori cualquier teoría basada en la interpretación simbólica directa de sus signos. Por la misma razón es prácticamente imposible demostrar que una interpretación simbólica cualquiera sea la correcta, ya que todas están igual de sujetas a la ambigüedad y a la gran variabilidad semántica que puede desprenderse de los símbolos, según los valores propios de cada cultura y hasta de cada autor o individuo. 

Aún en el caso de que aceptáramos de manera incuestionable que no son caracteres de una escritura, sino símbolos, al ser el Disco de Phaistos un ejemplar único no puede establecerse un patrón semántico seguro e incuestionable de sus aparentes símbolos. Cualquier comparación que se haga con otros símbolos similares, tomados de diferentes culturas y diferentes épocas no tendrá nunca ni el más mínimo rigor científico, por la enorme carga de subjetividad que ello conlleva.

El Disco de Phaistos en si mismo ya es un enigma. Es muy raro que sólo haya aparecido un ejemplar. Es muy raro que esos mismos signos no hayan aparecido hasta la fecha en ningún otro objeto escriptural. Es muy raro además que se haya creado un juego de tipos de un posible silabario (ya que 45 signos parecen demasiados para un alfabeto) solo para imprimir un único documento. Todas estas rarezas llevan a pensar en la posibilidad de que se trate o bien de un ensayo o experimento o bien de un documento sagrado de carácter críptico destinado sólo a unos pocos conocedores de los valores semánticos y/o fonéticos de los signos o sea, de la clave para poder descifrarlos y entenderlos; algo parecido a las codificaciones de encriptación que hoy usamos para el envío de e-mails cuya información debe ser secreta, es decir, sólo descifrable por su destinatario. 
Aunque también es muy probable que el Disco de Phaistos sea un objeto importado, procedente de otra civilización. Algunos han supuesto que podría ser una importación de origen asiático por las cabezas emplumadas que aparecen en el mismo las cuales se asemejan a los tocados emplumados de los Philisteos, pero es necesario aclarar que los tocados emplumados no son exclusivos de los Philisteos, también se encuentran entre los llamados Pueblos del Mar representados en los relieves egipcios con el nombre de "Uatchenty" (¿de Atlantis?) y que "procedían del Extremo Occidente, del país junto a las Columnas Elevadas que estaba en el borde del Océano, el cual había sido conmovido por terribles terremotos"; y en la Península Ibérica se han hallado varias representaciones de guerreros con tocados emplumados de la Edad del Bronce muy parecidos a el que aparece representado en el Disco de Phaistos y a los representados en relieves egipcios como los del Templo de Medinat Habú 

No obstante, no debe olvidarse que hasta la fecha no ha aparecido en ningún otro lugar de la Tierra ni un solo objeto con los mismos signos o tipos usados en el Disco de Phaistos que pudiera demostrar un mismo origen cultural. Otro ejemplo que sin dudas apunta a la Edad del Bronce Ibérico es el tipo de hacha que aparece reflejado en el Disco de Phaistos, la cual se corresponde con el la alargada "hacha plana de apéndice" de bronce; sucesora directa de las antiguas hachas neolíticas petaloides o puntiagudas de piedra pulimentada. 

El Desciframiento de los signos, han sido múltiples los intentos de desciframiento del Disco de Phaistos. En el caso que ahora nos interesa, que es la interpretación del Disco de Phaistos como un mensaje escrito mediante un sistema de escritura fonográfica se han realizado muchas propuestas. Para poder sustentar cualquiera de ellas, como es lógico, se ha necesitado primero identificar a los signos, aspecto este relativamente sencillo, puesto que la mayoría de los mismos son representaciones naturales perfectamente identificables: una cabeza, un hacha, una flor de ocho pétalos, un disco con punteado interior, un arco, un hombre corriendo, un barco, un cuchillo, una jarra, una paloma o halcón y un pez, entre otras representaciones. 

El segundo paso ha sido intentar relacionar, mediante la comparación, los signos del Disco de Phaistos con otros signos de otros sistemas de escritura conocidos (scriptura cognitia) y después, como tercer paso, de acuerdo a estas similitudes -mas o menos fiables- suponer una relación con la lengua habitual o conocida (lingua cognitia) usada por la "scriptura cognitia" objeto de la comparación. Estos pasos son un método habitual en cualquier intento de desciframiento de escrituras conocidas de las que apenas hay material suficiente para realizar estudios estadísticos de frecuencias fonéticas y/o gramaticales o cuando no se tiene la suerte de contar con textos bilingües. Sin duda alguna, la solución ideal. La cuestión es que hasta la fecha nadie había conseguido la manera de establecer una comparación verdaderamente fiable y segura con ninguna "scriptura cognitia". 

Todos los intentos realizados en realidad partieron de ideas preconcebidas. Unos partieron de la presunción o asunción de que la lengua usada en el Disco de Phaistos debió ser indoeuropea, estrechamente relacionada con las lenguas anatolias. Creo que el mejor exponente de este grupo ha sido el Dr. Barry Fell. Otros sin embargo, han tomado como punto de partida la hipótesis de que la lengua utilizada en el Disco sería semítica. Así pues, unos y otros buscaron entre los antiguos sistemas de escrituras del Mediterráneo, indoeuropeos o semitas, contemporáneos o no, hasta hallar escrituras en las que hubieran signos parecidos. 

Como casi siempre ocurre la mayoría de las coincidencias se produjeron entre los signos simples y comunes a cualquier civilización antigua. Mientras que una parte muy importante de los signos del Disco de Phaistos o bien se quedaban sin su pariente o gemelo o eran comparados de una manera muy forzoza. Sin embargo, la comparación con un importante sistema de escritura de la antigüedad, probablemente el más siginificativo e influyente de todos, el sistema escriptural egipcio, pasó completamente inadvertido. El origen de los signos del Disco de Phaistos. 

La solución egipcia Como se dice en el anterior párrafo, y aunque parezca increíble nadie había considerado la posibilidad de que los signos del Disco de Phaistos pudieran guardar alguna relación con los signos de la escritura jeroglífica egipcia. De hecho, sorprende mucho que ni uno solo de los tantos expertos en escritura jeroglífica del Mundo se hubiese percatado de la inmensa semejanza existente entre los signos jeroglíficos del Disco de Faistos y los Jeroglíficos Egipcios (al menos nadie ha publicado aún esta hipótesis comparativa). 
El análisis comparativo entre los signos jeroglíficos del Disco de Phaistos y signos de la antigua escritura jeroglífica egipcia muestran, por primera vez, una altísima coincidencia comparativa de los signos, sin necesidad de forzamientos. La identidad entre los jeroglíficos del Disco de Phaistos y sus correspondientes jeroglíficos egipcios es tan alta que hace practicamente imposible que, a partir de ahora, se pueda mirar en otra dirección para intentar descifrar el mensaje oculto impreso -y nunca mejor dicho- en el célebre Disco de Phaistos (Tabla comparativa: Signos del Disco de Phaistos y signos Jeroglíficos Egipcios). La labor de momento solo se ha limitado al desciframiento de los signos, es decir, a la descodificación de los mismos mediante una comparación de calidad -sin forzamientos ni manipulaciones- que permite inferir una estrecha relación entre ambas escrituras. Relación que no solo es altamente probable desde el punto de vista escriptural. También lo es desde el punto de vista histórico-geográfico. No obstante, y a pesar de este análisis escriptural comparativo entre los signos del Disco de Phaistos y signos de la escritura jeroglífica egipcia -realizado por vez primera en la historia de los desciframientos- no puede descartarse que la lengua usada en el Disco de Phaistos sea indoeuropea o semita y no hamito-camítica como las lenguas usadas en el antiguo Valle del Nilo. El Disco de Phaistos puede haber sido escrito con un sistema de signos jeroglíficos inspirados en los jeroglíficos egipcios como se parece demostrar, pero usándose una lengua sin relación con la lengua egipcia. Es de sobra conocido que a lo largo de la historia muchísimos pueblos de diferentes lenguas han compartido el mismo sistema de escritura, como por ejemplo el alfabeto latino o romano que hoy utiliza casi medio mundo. Este fenómeno de préstamo escriptural es bien conocido desde la más remota antigüedad. Por lo que sería perfectamente normal que el mensaje escrito en el Disco de Phaistos esté en una lengua distinta a la egipcia. Tal y como veo el problema, podríamos esperar encontrarnos, al menos con unas siete hipótesis alternativas:
1. El Disco de Phaistos fue escrito con signos jeroglíficos egipcios, con sus respectivos valores fonéticos y en lengua egipcia.
2. El Disco de Phaistos fue escrito con signos jeroglíficos egipcios, con sus respectivos valores fonéticos y en lengua indoeuropea.
3. El Disco de Phaistos fue escrito con signos jeroglíficos egipcios, con sus respectivos valores fonéticos y en lengua semita.
4. El Disco de Phaistos fue escrito con signos jeroglíficos egipcios, con sus respectivos valores fonéticos y en una lengua preindoeuropea desconocida o desaparecida.
5. El Disco de Phaistos fue escrito con signos jeroglíficos egipcios, con valores fonéticos distintos y en lengua indoeuropea.
6. El Disco de Phaistos fue escrito con signos jeroglíficos egipcios, con valores fonéticos distintos y en lengua semítica.
7. El Disco de Phaistos fue escrito con signos jeroglíficos egipcios, con valores fonéticos distintos y en una lengua preindoeuropea desconocida o desaparecida.
Esperemos que la realidad no se corresponda con las hipótesis alternativas 4 y 7. Desde luego que sería muy decepcionante, ya que de las lenguas preindoeuropeas mediterráneas apenas conocemos unos cientos de topónimos, más o menos fiables.


Piedras de DROPA

Era el año 1938, una tarde fresca de otoño, con un cielo nublado, cuando un profesor de arqueología y sus estudiantes exploraron unas cuevas que habían sido habitadas por una tribu de trogloditas autóctonos (primitivos) esto sucedió en una montaña cerca del Tíbet, este grupo de expedición se dio con la sorpresa, de que estas remotas cuevas habían sido talladas artificialmente, y eran más como un sistema complejo de túneles subterráneos y almacenes.

Las paredes estaban esmaltadas y cuadradas, como si hubieran sido cortadas en la montaña con una fuente de calor extremo. Sobre estas paredes habían tallado, los cuadros del sol naciente, las montañas, la luna y las estrellas, y sobre todo, habían dibujado unas líneas formadas con puntos, que unen la tierra con el cielo, la mas grande sorpresa fue hallar dentro de las cuevas un cementerio muy bien organizado y dentro de ellos los restos óseos de un pueblo extraño, los esqueletos no median más de 1.38cm de alto, estos cuerpos contaban con un desproporcionado cráneo (cabezones de cavidad encefálica grande) y un esqueleto con una forma anormal, muy diferente a los humanos comunes; sus cuerpos eran pequeños completamente delgados y supuestamente frágiles, en su asombro un alumno sugirió que podrían ser especies de gorilas de montaña, a lo que el catedrático respondió: ¿quien se entero alguna vez que los monos se entierran unos a otros?; pero de no ser así, ¿qué tipo de humanos son estos? esta fue la versión del catedrático de la universidad de Pekín Chip Pu Tei.

Al parecer no se encontró ninguna inscripción en las tumbas, pero junto a ellas se encontraron cerca de 700 discos de piedras a los que llamaron piedras Dropa (se les llaman así, en alusión de los pastores que habitaban la mayor parte del norte del Tíbet). Estas piedras talladas de forma circular, y a manera de discos tenían unos agujeros de aproximadamente 20mm de diámetro en el centro; la antigüedad aproximada sería, según cálculos estimados, de unos 12.000 años, incluso mucha mas antiguas que las pirámides de Egipto. Evidenciaban además una tecnología especial y avanzada para su fabricación, lo que aumentaba más el misterio.






Hace algunos años los chinos hicieron una investigación sobre estos discos y al llevar a cabo un análisis genético (como si fueran discos musicales) de las piedras, se dieron con la sorpresa que estos contenían mensajes, hablados en idioma chino antiguo (mandarín antiguo); este descubrimiento dejó impactados a todos los investigadores de la época, quienes comentarían, que estos son el relato de un “Roswell” chino de hace miles de años. Las especulaciones señalan que al parecer se fabricaron antes de que una nave espacial se estrellara en la tierra, dicha nave traía a bordo unos tripulantes llamados los “Dropa” que serian visitantes extraterrestres, el nombre de Dropa lo adoptaría después una tribu cercana formada por seres muy pequeños, mucho mas pequeña que la talla media del país.



Se sabe que estos discos al igual que muchos otros hallazgos fueron trasladaron a La Universidad de Pekín. No fue hasta el año 1958 que el profesor Tsum Um Nui expuso la teoría de que los surcos que aparecían en el disco eran jeroglíficos desconocidos, según él los signos narran el aterrizaje forzoso de la nave espacial, y la matanza de la mayor parte de sobrevivientes por habitantes del lugar.

Esta teoría fue reportada en el año 1962, pero La universidad de Pekín no la tomo en cuenta argumentando que los criterios de interpretación sobre los jeroglíficos que mantenía Tsum Um Nui carecían de argumentación científica.

Fue en el año 1965 que las autoridades de esta universidad (Pekín) autorizaron la publicación de materiales relacionados con los discos Dropa, que en esencia corroboraban la teoría de Tsum, en esta publicación los científicos que la tuvieron a su cargo, expusieron fotos de los discos, que por cierto son similares a los discos Bj que suelen encontrarse en varias regiones chinas.

Los discos Bj son pequeños, hechos de jade con agujeros en el centro de forma cuadrados o redondos lo que los diferencian de las piedras Dropas es que estas tienen jeroglíficos, tampoco cuentan con la dureza que tienen los discos de piedra Dropa, ya que estos contienen elevadas propiedades de cobalto, y otros metales que la hacen mas fuerte que el granito, en estas piedras la tecnología que se tuvo que aplicar para grabar los jeroglíficos debio ser muy avanzada, pues estos deben haber sido muy difíciles de manipular gracias al reducido tamaño de las piedras y a su dureza.

Hay muchos arqueólogos y antropólogos que toman a la piedras Dropa como un tema de mucho interés, algunos de los expertos mantienen la posición de que las historias que se dicen en base a los jeroglíficos es un mito de esos que se suelen tener en los pueblos, ya que estos piensan que sus ancestros vinieron desde otras estrellas, pero hay otros que consideran posible esta teoría y piensan que estas piedras tienen un valor incalculable porque son la primera evidencia real de visitantes de otro planeta.

No todos los hechos de este caso son claros muchos de ellos han sido muy difíciles de verificar, algunos de los detalles de cómo se suscitaron son totalmente contradictorios o quizás sean sensacionalista o imaginativos; pero según se sabe en algunas islas del Pacífico se pueden encontrar piedras semejantes a las conocidas mundialmente como “piedras Dropa” aunque como en todos lados la duda que se forja entre las personas, sobre todo entre los arqueólogos es normal, por eso muchos de ellos suelen catalogarlas como si fueran dinero, pues se mantiene la idea de que los indios primitivos de la islas lo utilizaban como medio de cambio, aunque nunca se ha sabido si los indios conocían el valor del dinero, ya que ellos solían intercambiar productos por pieles (ropa) o comida, o en muchos casos por instrumentos de caza, pero jamás por dinero.


Calaveras de CRISTAL

Enigmáticas calaveras de cristal


Dicen que su origen es Maya, pero se trata de una hipótesis que carece de pruebas suficientes para convertirse en certeza. Podrían venir del pasado, si no fuera porque su perfección y la dificultad de su tallado se corresponden más con un arte propio del futuro.



Plantean todos los enigmas posibles y el hombre, frente a ellas, no puede sino reconocer sus limitaciones y disfrutar de su salvaje y aterradora belleza.

Ha sido definida como uno de los más extraños objetos concebidos por el hombre, un puzzle irresoluble para los expertos, una de esas piezas definitivamente incómodas para quienes no han sabido explicar su origen, su técnica de construcción ni su propósito. Fue llamada “la calavera del destino”.

El objeto en cuestión es una calavera esculpida en cristal con la mandíbula articulada. Pesa 5,19 Kg. y por azar del destino llegó a manos de su propietaria, Anna Mitchell-Hedges.

Por supuesto, ella ofreció su propia versión de cómo y dónde fue encontrada, pero su explicación plantea aún más incógnitas y ha desatado no pocas controversias.
La propia Anna terminó confesando, respecto de las circunstancias del hallazgo, que algún día contaría todos los detalles, lo que no podía hacer de momento porque no estaba preparada para ello.

No es su única aseveración sorprendente. La propietaria de tan majestuosa pieza de arte -que durante décadas ha tenido siempre en casa, cediéndola sólo ocasionalmente con motivo de algunas exposiciones-, asegura además que sus ojos son en realidad prismas donde se refleja el futuro.
Anna Mitchell-Hedges siempre fue una mujer con suerte.

Adoptada por el gran aventurero inglés de principios de este siglo Mike Mitchell-Hedges -que le dio sus apellidos-, otra vez esa fuerza omnipresente en su vida, el destino, le buscó un padre excesivo con el que era difícil aburrirse, una especie de Indiana Jones a la inglesa que recorrió el mundo buscando obsesivamente la Atlántida, se embarcó en las más dispares expediciones para encontrar tesoros y ciudades perdidas y terminó luchando al lado de Pancho Villa.

Pero sería en 1927, estando Anna con su padre en las excavaciones mayas de Lubaantum, en las Honduras británicas, lugar que éste creía firmemente había sido asentamiento de la Atlántida, cuando -justo el día de su decimoséptimo cumpleaños- vio algo extraño en uno de los altares.

Se acercó entonces y comprobó que se trataba de la parte superior de una calavera enteramente esculpida en cristal de cuarzo; sin embargo, no estaba completa ya que la mandíbula inferior se había separado del resto, aunque se encontraba a poca distancia de allí y fue hallada pocos meses después.

Anna relata que los nativos mayas de la zona la reconocieron al instante como representación del dios de sus antepasados, con poder tanto para procurar la salud como para causar la muerte, y oraron ante ella.

Y añade que fueron los propios indígenas, agradecidos por las ayudas de su padre, quienes le regalaron la pieza cuando éste marchó, afirmación ésta, desde luego, muy poco creíble.

No les faltan razones, por tanto, a las muchas personas que no creyeron en la veracidad de este ambiguo relato. Así, hay quien afirma que tal vez su padre adquiriese la calavera en uno de sus viajes por México y la colocara allí como regalo de cumpleaños para su hija.

Porque, ¿cómo explicarse, si no, que una de las mayores joyas del mundo maya apareciera súbitamente en medio de las excavaciones?

La familia Mitchell-Hedges nunca quiso proporcionar más pistas sobre el descubrimiento. Resulta más que extraño que en su biografía, Danger My Ally, escrita en 1954, cinco años antes de su muerte, el aventurero apenas dedicara trece líneas a su hallazgo más importante. Pero en ese breve párrafo aporta sugerentes posibilidades.

Después de aclarar que tiene buenas razones para no revelar cómo llegó hasta él, Mike afirma que la calavera tiene 3.600 años y fue usada por el sumo sacerdote maya para sus rituales, asegurando que con ella se puede provocar la muerte a voluntad: "Es -diría- la encarnación de todos los demonios".

Pero, ¿cuál fue la tecnología que hace 3.600 años permitió esculpir una calavera de tamaño natural en una sola pieza articulada de cristal de cuarzo y con una perfección tan exquisita en su tallado y pulido? Mike Mitchell-Hedges tiene una respuesta, cuando menos sorprendente: afirma que la calavera fue hecha de pura roca cristalina en un proceso de construcción que, generación tras generación, abarcó 150 años.

Y dice que durante todos los días de muchas vidas los mayas rasparon la pieza cristalina original con arena hasta que emergió aquella forma perfecta. Tan singular párrafo, que contiene las escasas alusiones de Mike a la calavera, curiosamente no volvió a aparecer en ninguna de las reediciones posteriores de su libro. A su muerte, en 1959, la joya pasó a su hija.

Pero "la calavera del destino" no está sola. Otra misteriosa congénere suya llegó en 1898 al Museo Británico procedente de una subasta, en la que fue adquirida a Tiffanys por 120 dólares.

Tampoco de ésta se conoce su origen, aunque se supone que debió ser parte del botín ilegal de un mercenario del siglo XIX. Los cuidadores nocturnos del Museo no la acogieron con agrado y solicitaron que, por la noche, fuese cubierta por un paño negro. No les gustaban los reflejos que la luz provocaba en sus ojos cristalinos.



Calavera de cristal del Museo Británico.

Pocas esperanzas quedan por el momento de aclarar el enigma de si son antiguas o modernas.

Su manufactura, en especial la de "la calavera del destino", parece propia de unas manos pertenecientes a una época de grandes conocimientos tecnológicos, difícil de concebir hace casi 4.000 años.

De momento, carecemos tanto de técnicas fiables para datar el cristal como para afirmar que su nacionalidad fuera maya, ya que otras calaveras -más pequeñas- fueron hechas en los siglos XIV y XV en Italia y en varios lugares de Sudamérica.

Una de estas calaveras más pequeñas descansa hoy en el Museo del Hombre de París.

Los expertos franceses la han datado en el siglo XIV, aseguran que es azteca y que fue encontrada entre los ornamentos de un sacerdote. Arguyen además que los aztecas estaban obsesionados con la muerte y que el cristal era para ellos su material favorito, por su transparencia y propiedades mágicas.

Sobre cómo fue construida, afirman haber encontrado huellas de herramientas de cobre.
Sin embargo, en el laboratorio del Museo Británico no tuvieron tanta suerte en los análisis de su ejemplar, más grande que el francés, excepto que un diente mostraba una vaga señal de que había sido utilizado un poderoso cutter. Hasta la fecha, el Museo no ha podido pronunciarse sobre su antigüedad.

Entre sus vagas conclusiones, sostienen que mientras que la que ellos poseen presenta características del antiguo arte mexicano, la de Anna Mitchell-Hedges muestra un conocimiento anatómico propio de una época científicamente más avanzada. Por su parte, Anna ha insistido siempre en que su calavera es de origen maya.

El antropólogo Morant realizó un estudio comparativo de ambas calaveras -la de Anna Mitchell-Hedges y la del Museo Británico-, llegando a conclusiones osadas y no por todos compartidas. Morant dejó constancia de que ambas eran similares en mucho detalles anatómicos, si bien la diferencia más significativa radica en que la del Museo está hecha de una sola pieza, mientras "la calavera del destino" tiene la mandíbula inferior separada y presenta detalles más finos y un esculpido aún más perfecto.

El antropólogo llegó a afirmar que, por su forma, ambas habían sido modeladas sobre la calavera de una mujer, que eran representaciones de un mismo cráneo y que la una era copia de la otra, siendo la de Anna Mitchell-Hedges la primera.

Por supuesto, no todo el mundo opina lo mismo. Pero ni su misterioso origen ni la incógnita de si son antiguas o modernas han podido oscurecer su belleza.

"La calavera del destino", en especial, posee un magnetismo y un poder fuera de toda duda. Venga de donde venga, lleva el sello de las obras de arte imposibles de olvidar.

Hasta ahora se han descubierto varios cráneos en distintos lugares del mundo, pero sólo estas nueve parecen auténticas:

• SKULL OF DOOM. Descubierta en 1927 por Mitchell-Hedges en las ruinas mayas de Lubaantum, Belize.

• MAYA. Descubierta en Guatemala en 1912.

• LAZULI. Tallada en lapislázuli. Descubierta en 1995 al norte del Perú por indígenas incas.

• JESUITA. Se tiene noticias de ella desde 1534. San Igancio de Loyola, fundador de los Jesuitas, la tuvo en su poder.

• SHUI TING ER. Tallada en amazonita, descubierta hace 130 años por el arqueólogo chino Yeng Fo Huu en el suroeste de Mongolia.

• OCEANA. Esculpida en cuarzo. Pertenecia a un campesino Brasileño que vive en una región remota de la Amazonia. Se cree que fue descubierta por indígenas nómadas de esta región.

• ET. Descubierta en 1906 en Guatemala. Es de cuarzo ahumado. Se caracteriza por la forma puntiaguda del cráneo y mandíbula pronunciada. Tiene cierto aire no humano.

• MAX. La mayor calavera de cristal conocida.

• BABY LUV. De cuarzo rosa, descubierta en 1700 por un monje del monasterio de Luov (Ucrania). La conservaban desde hacia cientos de años.


Piedra de DASHKA

Piedra de Dashka


Corría el año 1.995 cuando el profesor Alexandre Chuvyrov de la Universidad Estatal de la República Rusa de Bachkiria o Bashkortostán, investigaba la hipótesis de antiguas migraciones procedentes de China en dirección a las regiones del Norte de Siberia y los Urales, en colaboración de su colaborador de nacionalidad china Huan Hun. Durante sus trabajos fueron recopilando pruebas que confirmaban dicha hipótesis, pues encontraron diferentes grabados, tallas rupestres y signos de escritura que se correspondían claramente a sistemas escritos de procedencia china muy antiguos.


El estudio más detenido de todo este material, les llevó al Archivo General de la ciudad de Ufa, donde tropezaron con distintos manuscritos de los siglos XVII y XVIII, procedentes de antiguas expediciones científicas rusas en la región de los Urales, y donde se aseguraba la existencia de al menos 200 losas con signos y escritura indescifrables en el área de Nurimanov, no lejos de la aldea de Chandar.



Los buenos resultados de la investigación llevada a cabo, junto con las sospechas de que esas losas de las que se hablaba en los registros de Ufa podrían tener una importante relación con el curso de sus trabajos sobre las migraciones chinas, animó al profesor Chuvyrov a formar una expedición para la búsqueda de estas misteriosas losas para el año 1.998. Pero todos los esfuerzos resultaron nulos, incluso una exhaustiva búsqueda aérea llevada desde un helicóptero sobre las zonas en las que se sospechaba pudiesen encontrarse alguna de las 200 losas. La continuación de la búsqueda estaba llegando a su fin, pues se pensaba que todo no era más que alguna leyenda local recogida en unos viejos manuscritos.
Pero el destino tenía guardada para el profesor Chuvyrov una increíble sorpresa. En una de las retiradas diarias para descansar, exactamente el 21 de julio de 1.999, Chuvyrov se encontró al ex-presidente del consejo agrícola local de Chandar, el señor Vladimir Krainov, quien dirigiéndose a él le pregunto, “¿está usted buscando unas losas extrañas?, porque yo en mi casa tengo una de ellas…”. Medio atónito por la afirmación del señor Krainov y bastante desconfiado, Chuvyrov pensó que no perdía nada echando un ojo a la losa que su inesperado “colaborador” afirmaba tener en su domicilio. Con los ojos como platos, el profesor de la Universidad de Bachkiria pudo contemplar debajo del pórtico de la casa una enorme losa de 1,48 metros de alto, 1,06 metros de ancho y 16 centímetros de grosor, y un peso que rondaba fácilmente una tonelada. No había duda de que el fortuito encuentro con el ex presidente del consejo agrícola local había dado resultado.



Piedra de Dashka encontrada por Chuvyrov.

Chuvyrov hizo trasladar rápidamente la losa a la universidad para proceder a su investigación, pues pensaba que había encontrado la prueba definitiva de las migraciones chinas que tanto buscaba, donde se procedió primeramente a limpiarla de tierra, y observándose ya desde un primer instante por parte del profesor y el resto de colaboradores que, “…aquello, no era un pedazo de piedra simple, en ella aparecía un mapa, un mapa nada normal…”. Lo que aparecía sobre la superficie de la losa era ni más ni menos que una representación de un mapa tridimensional con restos de una escritura totalmente desconocida escrita verticalmente.

La estructura geológica de la losa fue determinada en tres capas bien definidas. La primera de ellas la más firme, de 14 centímetros, estaba compuesta de dolomita, un mineral que toma su nombre en honor del mineralogista francés Deodat Dolomien. La segunda de ellas y más interesante, formada por cristal de diópsido, un silicato de calcio y magnesio, donde se encontraba encuadrado el mapa propiamente dicho, y por último una finísima capa de 2 milímetros de porcelana de calcio a modo de protección de la capa intermedia. Todo indicaba que para su realización se tendría que haber trabajado con maquinaria moderna, descartando completamente un origen natural y ni tan siquiera una manufacturación artesanal.

Aquella capa de porcelana sobre la superficie de la losa junto con los signos escritos verticalmente hizo pensar a Chuvyrov que su procedencia podría estar relacionada con China, y por tanto con los trabajos de investigación que le habían llevado hasta ella. Para comprobar su suposición el profesor visitó China, y buscó todos los datos posibles en “La Biblioteca China del Imperio”, realizando posteriormente una visita para contrastar información con sus colegas de la Universidad de Hunan. Los resultados fueron negativos a la hora de relacionar la losa encontrada con la supuesta “pista china”. Ni la porcelana empleada en la capa más superficial ni los signos que aparecían escritos tenían relación con los utilizados alguna vez en la antigua China. Sin embargo, un grupo de apoyo de especialistas rusos y chinos en el campo de la cartografía, física, matemáticas, geología, química y viejas lenguas chinas, determinó con exactitud a que área geográfica hacia referencia la losa, una losa que por cierto fue bautizada por Chuvyrov con el nombre de “Piedra de Dashka”, en honor de su abuelo.



Área tridimensional representada en la piedra de Dashka.

El mapa representaba una región muy concreta de los Urales. Allí aparecían los ríos Blya, Ufimka y Sutolka, accidentes geográficos como la barranca de Ufa y otra cantidad de detalles orográficos que establecían una escala de 1: 1,1 Km. Pero lo más sorprendente que aparecía a los ojos de los investigadores era un gigantesco sistema de irrigación, con dos sistemas de canales de 500 metros de ancho, 12 presas de entre 300 y 500 metros de ancho por 10 Km. de largo y 3.000 metros de profundidad (calculada gracias a la tridimensionalidad del mapa) cada una de ellas. Todo este conjunto iba acompañado de un sinfín de pequeños canales para repartir el agua por amplias áreas que convertirían a todo este complejo en el más grande del mundo jamás realizado. Sorprendió también la circunstancia de que, a pesar de lo minuciosamente detallado que aparecía el mapa, no se apreciasen carreteras o vías de comunicación terrestres, dando la impresión de que los antiguos pobladores de estas tierras se hubiesen desplazado únicamente por vías fluviales o aéreas.

Durante el estudio geológico de la losa para determinar su antigüedad se encontraron dos pequeñas conchas, una correspondiente a un “munitus navicopsina” que rondaba los 500 millones de años, y la otra de un “princeps ecculiomphalus” de unos 120 millones de años. Pero estos datos no eran clarificadores, ni tampoco las pruebas de carbono-14 a las que fue sometida. La edad mínima de la que partieron los investigadores se aproximaba a los 3.000 años pero, según avanzaban los estudios, esta fecha iba cada vez ampliándose más. El propio Chuvyrov sospechaba que este increíble mapa prehistórico podría rondar fácilmente los 120 millones de años, cuando el polo magnético de la Tierra era muy distinto al actual.

Para rematar todo este complejo misterio que rodeaba a la “Piedra de Dashka”, los americanos del Centro de Estudios Cartográficos Históricos de Wisconsin, a quienes se les había pedido colaboración, determinaron que el mapa que aparecía sobre la losa encontrada por el profesor Chuvyrov, sólo se podía haber elaborado a partir de un concienzudo examen aeroespacial. La infinidad de datos introducidos en el plano tridimensional necesitaban de un amplio estudio apoyado por potentes ordenadores capaces de decodificar toda la información volcada durante su proceso de realización. En su informe concluyeron que necesitarían varios años (hasta el año 2.010) para poder finalizar un estudio completo y comenzar a poder contestar la mayor parte de las preguntas que planteaba la “Piedra de Dashka”.

Los últimos estudios en los que siguen empeñados el profesor Chuvyrov y el resto de sus colaboradores, parecen indicar que la losa encontrada, es tan sólo una pequeña parte de un gran complejo cartográfico de la antigüedad, una pieza de un mosaico. Y ahora dan como cierta toda la información de los manuscritos que hacían referencia a la existencia de al menos 200 losas con signos y escritura indescifrables en el área de Nurimanov, que Chuvyrov encontró en el Archivo General de la ciudad de Ufa.

¿Cuándo y quiénes realizaron este mapa? 

A esta pregunta realizada por un periodista ruso al profesor Chuvyrov, él le contesto: “…...no me agrada hablar de OVNI’s ni de extraterrestres. 
Entonces llamemos al autor del mapa sencillamente…-el creador-......“. 

Cueva de los TAYOS

Cueva de los Tayos


Una desconcertante red de túneles en la Cordillera del Cóndor.

Sin duda es un expediente abierto que aún suscita interrogantes y las más diversas teorías. 

• ¿Quién construyó esos túneles? 

• ¿Existe una biblioteca metálica con información de civilizaciones perdidas en La Cueva de los Tayos?

• ¿Por qué el astronauta Neil Armstrong la visitó?

EL HALLAZGO

Nadie se pone de acuerdo en la fecha del descubrimiento. Pero lo más probable es que éste se haya producido gracias a las exploraciones militares ecuatorianas en el oriente del país, aunque fue gracias a Juan Moricz que la existencia de esos misteriosos túneles se dio a conocer a escala internacional, con todo el escándalo que traería más tarde. Corría el año 1969.

Juan Moricz era un flemático húngaro nacionalizado argentino, espeleólogo aficionado y experto en leyendas ancestrales. Su investigación del mundo subterráneo le condujo a Sudamérica y, más tarde, a las selvas del Ecuador a mediados de los años 60, llegando a la zona de los túneles que custodian los indios shuaras en Coangos. 

Se afirma que gracias a su conocimiento del antiguo dialecto húngaro, el magiar – similar a la lengua de los nativos shuaras - pudo entablar amistad con los guardianes de estos túneles, que suelen frecuentar debido a la presencia de los Tayos, unas aves nocturnas que son codiciadas en la comunidad indígena por sus huevos.

Morizc, supuestamente, con ayuda inicial de los indios hizo sus primeras exploraciones entre 1964 y 1969, este último año el decisivo para dar a conocer su inquietante hallazgo.

Leyendo tan sólo el acta notarial de su descubrimiento, fechada el 21 de julio de 1969 en la ciudad costeña de Guayaquil, a cualquiera se le encrespan los cabellos frente a sus detonantes afirmaciones:

"...he descubierto valiosos objetos de gran valor cultural e histórico para la humanidad. Los objetos consisten especialmente en láminas metálicas que contienen probablemente el resumen de la historia de una civilización extinguida, de la cual no tenemos hasta la fecha el menor indicio..."



Esta afirmación extraordinaria ponía en segundo plano la propia existencia de los túneles que, de acuerdo a la opinión de Moricz, eran artificiales: supuestas construcciones de una civilización ignorada que vivía en las entrañas de la Tierra. 

Lo que resaltaba en su acta de descubrimiento no era la naturaleza artificial de esos túneles, sus dinteles, techos pulidos o pasillos cortados como por un láser, sino la presunta Biblioteca Metálica.

• ¿Qué información contenía exactamente? 
• ¿Era obra de una humanidad intraterrestre? 
• ¿O de una civilización ignorada de superficie que debido a un cataclismo tuvo que refugiarse en el mundo subterráneo? 
• ¿Cómo llegó Moricz a este descubrimiento? 

El enigma solo estaba empezando.



A una altitud aproximada de 800 metros, en una zona montañosa irregular, en las faldas septentrionales de la Cordillera del Cóndor, se sitúa la entrada “principal”, o más bien, la entrada “conocida” al mundo subterráneo de la Cueva de los Tayos. 

El acceso consiste en un túnel vertical, una suerte de chimenea con unos 2 metros de diámetro de boca y 63 de profundidad. El angustioso descenso - no apto para cardíacos - se realiza con un cabo y polea. De allí, un verdadero laberinto se abre al explorador por kilómetros de misterio que se siguen enterrando en las profundidades, una ruta de galerías y pasillos que deben ser recorridos en la más absoluta oscuridad. Las linternas más potentes son nada ante semejantes espacios en donde una catedral entera podría caber. 



Como se adelanta líneas atrás, la Cueva es denominada habitualmente “de los Tayos” debido a que su sistema de cavernas es el hábitat de unas aves nocturnas llamadas Tayos (Steatornis Caripensis), que constituyen la misma especie que se ha hallado en otras cavernas de Sudamérica, como por ejemplo, los “guacharos” en Caripe, Venezuela. 

El estudio inicial de esta conexión intraterrestre entre especies de aves nocturnas lo abordó detalladamente el sabio alemán Alejandro de Humboldt, en su obra: “Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente” (1800). Es sumamente sospechoso que una misma especie de aves ciegas esté diseminada en diversas cavernas de Sudamérica. 

¿Será que todos aquellos laberintos intraterrestres no son cavernas aisladas y guardan una conexión?

En las inmediaciones de la Cueva de los Tayos del Ecuador viven los Shuaras, quienes en el pasado fueron conocidos con el nombre “Jíbaro” - denominación despectiva para ellos - famosos en el pasado por su bravura y el arte de reducir cabezas. Ellos son los primeros exploradores del sistema subterráneo, ya que cada mes de abril bajaban a la cueva para hurtar los huevos e incluso los polluelos de los Tayos, que son más grandes que una paloma. 

Y en medio de esta faena, los indios cuentan que se toparon con una serie de sorpresas. La más resaltante, fue sin duda, el hallazgo de gigantescas huellas sobre bloques de piedra que, por sus ángulos rectos y simetría, sugieren un origen artificial. Moricz recogió estos relatos en su visita al oriente ecuatoriano, pudiendo comunicarse sin mayor dificultad con los nativos gracias a su dominio del magiar. 

Obviamente, Moricz sabía muy bien a qué blanco apuntar. Desde 1950 seguía pacientemente la “pista” que lo podría llevar al reino subterráneo. 

Algunas fuentes, incluso, lo vinculan con una extraña orden esotérica húngaro-germana, hecho que podría explicar el profundo conocimiento esotérico que esgrimía en sus controvertidas entrevistas a los medios de prensa. Sea como fuere, Moricz estuvo en Perú, Bolivia y Argentina buscando estas entradas antes de llegar al Ecuador. En más de una entrevista subrayó lugares como Cusco, el Lago Titicaca y Tierra del Fuego, como los posibles lugares desde donde “se puede descender al reino subterráneo”. 

Según él, la Cueva de los Tayos es sólo una de las tantas entradas a este mundo perdido, y lo más apabullante: que aun así, estaríamos hablando de un simple “arañazo” al mundo real de estos seres intraterrestres, que yacen a profundidades difíciles de alcanzar por el ser humano.

Pero la cosa no queda allí. Quizá una de las aseveraciones más inquietantes es la existencia de esa presunta biblioteca metálica que menciona en su Acta de descubrimiento. De existir, y siempre bajo el testimonio de Moricz, allí encontraríamos registrada la historia de la humanidad en los últimos 250.000 años, una cifra que moviliza a cualquiera.

Un punto a tener en cuenta en relación a estas planchas, nos lleva en línea recta a los extraños objetos que en su momento custodió el padre salesiano Carlo Crespi, en el patio de la Iglesia María Auxiliadora de Cuenca. Los objetos habían sido encontrados por nativos quienes, en acto de amabilidad y gratitud, se los cedieron al padre Crespi para su custodia. 



Muchos de estos preciados objetos - por no decir todos - posteriormente fueron robados. 

Si el padre Crespi aun estuviese con vida, quizá podríamos rastrear el origen exacto de tan enigmáticas piezas que parecían ser muy antiguas, mostrando indiscutibles ideogramas en relieve, una suerte de “código de información” o “escritura”.



Teniendo en cuenta que estos objetos - muchos de ellos consistían en planchas metálicas, como si fuesen de oro y mostrando complejos símbolos - se hallaron en el Ecuador, no era descabellado darle al menos el beneficio de la duda a la biblioteca metálica descubierta por Moricz en la Cueva de los Tayos. 

Todo esto no tardaría en atraer la atención de los cazadores de lo misterioso.



ERICK VON DÄNIKEN Y NEIL ARMSTRONG

Y la cosa se puso color de hormiga. Primero apareció en escena el famoso escritor suizo Erick Von Däniken, quien supo cautivar a Moricz para que le diese material fotográfico y la versión oculta de su hallazgo, hecho que fue espectacularmente explotado en el libro “El Oro de los Dioses” (1974), donde Däniken no sólo se limitó a fantasear con la versión original de la historia, sino que, por si fuera poco, sostuvo haber ingresado él mismo a la Cueva de los Tayos - en sus sueños - y haber visto con sus propios ojos la biblioteca metálica. 

El libro fue un bestseller mundial, vendiendo 5 millones de copias y traducido a 25 idiomas. Ni un peso para Moricz.

El libro cautivó de manera particular al lector europeo - Däniken incluyó fotografías del Archivo Moricz-Peña Matheus que mostraban el interior de las cuevas, e imágenes de la planchas metálicas del Padre Crespi - y fue así como el ingeniero escocés Stanley Hall contacta con Moricz para proponerle una expedición internacional a la Cueva de los Tayos. 




Moricz aceptó siempre y cuando él fuese el Jefe de la Expedición y que ningún objeto hallado en el mundo subterráneo podría ser retirado. 

Como era de esperarse, Hall no aceptó la propuesta. Inmediatamente desechó la presencia de Moricz en la Expedición y se comunicó con el Gobierno de Inglaterra. Resultado: En julio de 1976 se llevaría a cabo una expedición Ecuatoriano-Británica, con un intimidante personal militar y científico y, para añadir la cereza a la torta, la presencia del astronauta norteamericano Neil Armstrong (¿?).

Desde luego, esta no sería la primera incursión del astronauta en un lugar donde “las papas queman”. Recordemos tan sólo sus presuntas visitas a Paysandú, Uruguay, debido a la intensa actividad OVNI en la Estancia de la Aurora - popularizada por el escritor brasilero Trigueirinho. 

El mismísimo dueño de la estancia donde ocurrieron los hechos, Angel Tonna - con quien tuve la oportunidad de compartir en su casa de Paysandú en 1999 - recordaba las visitas de Armstrong quien, además, le confió en su propia estancia de Uruguay que la misión Apolo XI de 1969, enfrentó un supuesto encuentro cercano del tercer tipo en la Luna. 


“Armstrong dentro de la Cueva de los Tayos"

Este tema saltó en los medios de comunicación de Uruguay, ya que dos investigadores consultaron a EE.UU. si realmente Armstrong había visitado el país después de haber estado en la Luna. La respuesta fue negativa. Y por consiguiente no hay nada que avale el testimonio de Tonna, quien falleció hace unos años en su estancia de Paysandú. Una pena, pues de estar vivo hubiese sido interesante constatar de qué pruebas disponía para sostener su afirmación. 

Sea como sea, de la visita de Armstrong en Ecuador no se puede dudar, pues hay documentos, fotografías, y hasta una declaración a medios de prensa, aunque siempre bajo la fachada de “expedición científica”.

Las investigaciones de esta controvertida expedición se desarrollaron por 35 días, instalando un generador de electricidad en el campamento base, a escasos metros de la boca misma de la Cueva, descendiendo a diario a las profundidades para desarrollar sus “investigaciones geológicas y biológicas”. Según el informe final, la comisión de estudiosos concluyó que la Cueva de los Tayos no tenía origen artificial, y que no existían indicios de trabajo humano. Todo lo había hecho la naturaleza... 

Aparentemente, la misión era enterrar el misterio de la Cueva. 

No obstante, para varios investigadores la conclusión del informe resultó desconcertante teniendo en cuenta los claros dinteles y bloques de piedra que se pueden encontrar en el sistema intraterreno, muy similares a los que halló, paradójicamente, el mismísimo equipo de arqueólogos de la expedición a mitad de camino entre el campamento base y la unión del río Coangos con el Santiago, antes de descender a la Cueva. 

Los arqueólogos hallaron un muro megalítico de aproximadamente 4,50 metros de largo por 2,5 metros de alto, tal como los que se pueden ver en la galerías subterráneas.

¿Y qué se dice ante esto? 

A fin de cuentas, el informe de la expedición echó por tierra el verdadero secreto que yace en la Cueva de los Tayos, mientras a mitad de todo el jaleo, se llevaban cuatro cajas selladas de madera que no permitieron abrir a los shuaras, quienes se sintieron engañados y estafados. Hoy en día recuerdan claramente aquel triste episodio.

Los nativos piensan que se llevaron “algo” de las cuevas...

Y para añadir la cuota curiosa al asunto, cuando Neil Amstrong salió del sistema de túneles -donde permaneció tres días- declaró a los medios de prensa que su visita al mundo subterráneo había superado su vivencia en la Luna (!).



¿QUE SE BUSCABA?

Aunque el tufillo del robo británico es inundante, dudamos que se hayan llevado las presuntas planchas metálicas. Los guardianes de ese mundo intraterreno no hubiesen permitido que ninguna expedición, por más apertrechada que fuese - la expedición Británica costó dos millones de dólares, el doble de inversión frente a la investigación internacional que se realizó en el 2002/2003 en las selvas de Manú para hallar Paititi - ponga los dedos sucios encima de lo sagrado. 

A estos recodos del camino, y a la luz de nuestra experiencia de contacto, la biblioteca metálica hallada por Moricz en el mundo intraterrestre guarda importantes patrones en común con lo que nosotros veníamos conociendo.

En 1976, en la primera página de la revista norteamericana Ancient Skies, apareció un revelador artículo del filólogo hindú Dileep Kumar, quien analizando los símbolos que se muestran en una de las piezas del padre Crespi - una lámina aparentemente de oro, de unos 52 cms. de alto, 14 cms. de ancho y 4 cms. de grosor - concluyó que los ideogramas pertenecían a la clase de escritura Brahmi, utilizada en el período Asokan de la historia de la India, hace unos 2.300 años... 



Cuatro años más tarde, el doctor Barry Fell - Profesor de Biología de la Universidad de Harvard - identificaba 12 signos de la lámina en cuestión con los propios signos empleados en el Zodíaco. También debemos mencionar que en nuestros grupos de contacto es bien conocido que muchos de estos ideogramas son similares a los signos empleados para leer y cantar música gregoriana. 

Ello nos llevó a pensar en aquel entonces que estos registros no habían sido hechos para ser leídos, sino para ser “cantados”, quizá con el mismo efecto de un mantram de poder.

Otro detalle extraño en relación a la Cueva de los Tayos fue su millonaria financiación. ¿Quién puso la pasta? 

De acuerdo al espeleólogo argentino Julio Goyen Aguado - presente en las primeras expediciones a la Cueva de los Tayos, incluyendo la incursión ecuatoriano-británica -la expedición de 1976 fue financiada por la Iglesia Mormona, ya que las planchas metálicas que citaba Moricz recordaban las propias planchas de oro que recibiera el profeta Joseph Smith de manos del ángel Moroni.

Teniendo en cuenta que leyendas mormonas apuntan a que los citados registros estarían ocultos actualmente en algún lugar de la cordillera de los Andes, es curioso notar que la zona donde se ubica la Cueva de los Tayos se denomina “Morona”, similar al nombre del “enviado” que contactara a Smith. 

Sea como sea, Aguayo - ya fallecido - sospechaba que Stanley Hall pertenecía a los Servicios Secretos del Reino Unido, además de formar parte de la masonería inglesa, sumamente interesada en encontrar la biblioteca metálica. Neil Armstrong, y recordemos bien esto, también era masón. 

El tema de la biblioteca metálica ha atraído a muchos buscadores, despistando a quienes se embarcaban en esta odisea del verdadero secreto del mundo subterráneo.

De cualquier forma se ha analizado cuidadosamente una de las tablas metálicas que fueron conservadas en la iglesia de Crespi. En el año 1976 se dieron a conocer sus dimensiones; eran unos cincuenta y dos centímetros de largo, por unos catorce centímetros de anchura y casi cuatro centímetros de espesor, hecha de oro. 

Se dijo que la escritura tenía una enorme similitud con caracteres de la India empleados hace más de dos mil trescientos años, denominada “Brahmi”. Para el año 1980, un reconocido profesor de Ciencias Biológicas en Estados Unidos, Barry Fell, logró identificar ciertos símbolos en la placa. Hablamos de doce símbolos, y se afirmó que serían los mismos que existen formando parte del zodíaco.

Una información que se contrapone a todo lo anterior; aún cuando en su camino se cruzaron con una pared megalítica de dos metros y medio de altura y cuatro metros y medio de largo. Suena como una mentira, un invento, como si hubiesen querido tratar de encubrir algo.

Julio Goyen Aguado, un estudioso de las cavernas nacido en la República Argentina fue partícipe de la expedición en los primeros días.

Él aseguraba fervientemente que toda la investigación la mandó a hacer los líderes mormones y que la pagaron ellos mismos. ¿Por qué?

Porque las placas de metal que nombraba Moricz tendrían cierta relación con las que en la creencia de los mormones, el ángel Moroni le entregaba a Joseph Smith, el profeta; y casualmente también eran de oro.

Si nos ponemos a investigar, nos toparemos con que basándonos en el análisis de varias historias de los mormones, esos testimonios del pasado yacerían escondidos en la cordillera de los Andes.

Y para colmo de todo esto, los alrededores de donde se ubica la cueva se llaman Morona, ¿se ve la similitud con el nombre del ángel anteriormente nombrado? De cualquier forma el argentino sospechó todo el tiempo que estuvo vivo que el señor Hall era parte de una organización secreta del gobierno británico; una asociación de personas agrupadas en logias con un interés voraz por hallar las placas de metal. El señor Armstrong pertenecía a la misma masonería.

Pese a esto, aunque vemos que la mayoría se interesaba en las planchas de metal, no es esta la razón que motivó las búsquedas en un primer momento sino que lo que se buscaba eran pistas sobre esas personas que existían debajo de la tierra y que elaboraron y grabaron las placas.

Cuando todo estaba acabando, la conclusión a la que llegaron mató cualquier tipo de hipótesis que se quisiera probar, y se llevaron consigo unos 4 cajones de madera completamente cerrados y no les dejaron ver qué llevaban a los indígenas de la región, que se vieron timados, tomados por tontos, embaucados y despojados de vaya a saber cuántos años de historia.

Entre ellos aún se mantiene en sus memorias ese acontecimiento tan doloroso. Creen que se sustrajeron muchísimas cosas de la caverna. Y hablando seriamente, lo más probable es que así haya sido.

El astronauta Neil Armstrong estuvo 72 horas en la expedición, y cuando tuvo que presentarse ante la prensa en un conferencia declaró lo asombrado que estaba, y que esos tres días en la Cueva de los Tayos fueron mucho más fuertes que su viaje a la Luna. Entonces, para superar a semejante viaje fuera de la atmósfera, “algo” de gran peso tuvo que haber sucedido. Piénsenlo, es altamente probable que estemos ante un enigma encubierto.


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