En
1923, Waldemar Julsrud, comerciante de origen alemán, y el padre Fray José
María Martínez descubrieron el emplazamiento arqueológico de Chupicuaro, de la
época preclásica, que contenía vasos, tazones y figuritas de la cultura india
más antigua conocida, llamada con el nombre del sitio, de una antigüedad de
hasta 1 000 años antes de J.C. (anterior a los indios Tarascos, la
cultura india más antigua conocida en aquella época).
Este descubrimiento "clásico" no suscitó ninguna polémica en cuanto a
su paternidad disputada por un coleccionista rival.
Unos
años más tarde, en julio de 1944, Waldemar Julsrud, de 69 años de edad hizo un
descubrimiento clamoroso en Acambaro, pequeña ciudad mejicana situada a menos
de 300 kms al noroeste de Méjico, en la provincia de Guanajuato.
Mientras
se paseaba a caballo a lo largo de una zanja cerca de la colina del toro, con
uno de sus empleados, un granjero llamado Odilon Tinajero, su atención fue
atraída por un trozo de cerámica que salía del suelo. Era una figurita de terracota
de un estilo que desconocía.
Mandó
a su empleado cavar y llevarle todas las piezas similares que podría encontrar.
Unos días más tarde, Tinajero se presentó con una carretilla llena de estos
artefactos. Julsrud se quedó estupefacto por el estilo y la diversidad de las
figuritas. Hizo un trato con su empleado: él le pagaría 1 peso por cada
figurina entera y nada por las estropeadas que, sin embargo tendría que
entregarle (y que conservó).
Su objetivo era evitar que su granjero las fabricara (de todos modos no hubiera
tenido suficiente tiempo ni maña y el precio pagado era demasiado bajo) e
incitarle a excavar con mucha precaución.
Las
figuritas fueron descubiertas por grupos de entre 20 y 40 en el interior de
pozos a una profundidad variable de 1 m 20 hasta 1 m 80.
No eran pozos funerarios, puesto que sólo se encontraron 6 calaveras
durante las excavaciones. Según la hipótesis del Sr. Julsrud, parece que habían
sido sepultadas de prisa para evitar su saqueo por los primeros colonos
españoles.
Más
de 33 500 objetos de cerámica (en mayoría), piedra, jade y obsidiana
fueron encontrados. Todos son únicos, ninguno ha sido duplicado. Su tamaño
varía desde unos centímetros hasta menos de un metro. Varios tipos de arcillas
fueron utilizados (su examen daría una indicación valiosa de su procedencia), y
todos fueron fabricados por el método del "fuego abierto" (entonces
la fabricación de objetos falsificados no habría sido inadvertida por el humo y
las grandes cantidades de leña - rara y cara en esta región -
necesarias.)
A
pesar de su gran diversidad, se pueden clasificar, según su estilo, por
centenares incluso por millares, como procedentes de culturas diferentes.
Igual
que el Dr Cabrera (fallecido en diciembre del 2001), conservador de las Piedras de Ica, el Sr. Julsrud nunca hizo
negocio con su descubrimiento. Su objetivo era científico y su deseo de
proteger un patrimonio, que estimaban único para la humanidad, nunca falló.
Siempre
con mucho gusto enseñaron las piezas a los que lo deseaban y no dejaron de
luchar para que los científicos se interesaran a su descubrimiento y acudieran
a examinarlo... En vano... ¿Por qué?
Una
de las principales razones (véase historial y argumentación) del
rechazo de este descubrimiento reside en las representaciones de esas
figuritas.
Representan,
entre otros, dinosaurios, animales desconocidos, reptiles, algunos con
características aviarias; ciertas parecen indicar una forma de domesticación de
pequeños reptiles y dinosaurios, grandes monos, otras muestran claramente actos
de zoofilia con reptiles, por fin, muchas representan divinidades desconocidas,
vida cotidiana y objetos usuales (pipas, instrumentos de música, etc...) (Véanse algunos ejemplos de estas figuritas)
¿Hombres
junto con dinosaurios? ¡Todo el mundo sabe que resulta imposible!
Un
hombre, hereje desde luego, se interesó por este descubrimiento: Charles
Hapgood, profesor de historia y antropología en la Universidad de New Hampshire
(véanse sus trabajos sobre los mapas antiguos). Se desplazó
para investigar, encontrar e interrogar a los protagonistas del asunto. De su
viaje, trajo algunas pruebas para analizarlas según los métodos más modernos y
recientes de la época (a finales de los años 60).
Las
medidas (con carbono 14) sacadas en 1968 por el Laboratorio de Isótopos
Inc. de New Jersey se escalonan desde ¡1 110 antes de J.C. hasta
4 530 años antes de J.C.!
En
1972, los fechados por termo luminiscencia hechos por la Universidad de
Pensilvania sobre 2 figuritas fueron de ¡ 2 500 años antes
de J.C. !
Algún
día los detractores de Glozel (1924) y de
Acambaro (1944) tendrán que explicarnos cómo es posible fabricar objetos
falsificados que, más tarde, serán sometidos a pruebas científicas rigurosas de
fechado (termo luminiscencia y carbono 14) ¡desconocidas en la época de su
descubrimiento!
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